La operación Barbarroja
La operación barbarroja fue emprendida el 22 de junio de 1941, nombre en clave dado por Adolf Hitler, al plan de invasión de la Unión Soviética.
El espionaje británico ya le había alertado a la Unión Soviética de la inminente invasión, pero Stalin había pensado que era un intento desesperado de Churchill para hacerle entrar en la guerra junto a los Aliados. A pesar de que el espía Richard Sorge llegó a dar a Stalin la fecha exacta, el ataque tomó por sorpresa al Ejército soviético, puesto que la STAVKA, bajo las órdenes de Stalin, no habia dictado ningún tipo de medida preventiva que pudiese ser interpretada como belicosa por su homólogo alemán.
Hitler creía firmemente que la Union Sovietica se derrumbaría al primer golpe, el dictador austríaco suponía que la gran masa subyugada y desmoralizada se volvería contra su líder, Stalin, debido a las grandes hambrunas y matanzas realizadas bajo el Plan Cuatrienal y la Gran Purga. Hitler ignoraba la verdadera envergadura del potencial bélico de los soviéticos, del número exacto de blindados y divisiones y de su extraordinaria capacidad homeostática de sobreponerse a los reveses militares.
Los preparativos alemanes habían movilizado cerca de 3,2 millones de soldados hacia la frontera soviética, junto con un millón de soldados de países aliados y satélites, para iniciar una ofensiva general desde el mar Báltico hasta los Cárpatos, contando con la entrada de Rumania y Eslovaquia en la guerra.
Esto significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas, que sufrieron fuertes bajas y perdieron grandes extensiones de territorio en poco tiempo. No obstante, la llegada del invierno ruso acabó con los planes alemanes de terminar la invasión en 1941.
Los alemanes estaban casi paralizados, al comenzar las lluvias de otoño, habiéndose tornado los caminos en lodo. Al comenzar la helada a principios de noviembre, los alemanes pudieron utilizar los caminos nuevamente, pero al estar enfrentados a la problemática de no estar bien equipados para la guerra invernal, puesto que Hitler había previsto una rápida victoria en verano. la ropa de abrigo como el camuflaje blanco eran escasos, tanques y vehículos quedaban totalmente inmovilizados al descender las temperaturas por debajo del punto de congelación. Había que encender hogueras bajo los motores antes de hacerlos partir, muchos de estos tanques tenían sus orugas pegadas al suelo helado.
Los aceites, los líquidos hidráulicos y los anticongelantes no resistían al frío extremo, las armas se atascaban con el hielo o dejaban de funcionar como los subfusiles MP40 y las ametralladoras MG34, al tocar un tanque o superficie metálica con la mano desnuda se queda pegada y se procedía a la amputación. Los motores Diésel no parten ni prendiendo hogueras bajo ellos, hay que abandonar las máquinas, el pan, la grasa y mantequilla se endurecían hasta el punto de quedar incomibles, se gripan las armas automáticas y era necesario quitarles las armas a los cadáveres rusos pues estas sí funcionaban.
El sufrimiento de los soldado de infantería frente a ese extremo escenario llegó a cotas difíciles. Además, el invierno de 1941-1942 fue inusualmente frío incluso para los estándares rusos (hacia -40°).
La operación acabó el 5 de diciembre de 1941 con la retirada del ejercito aleman y un grave golpe al ejercito Nazi.
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